Por: María Fernanda Espinosa
El gato desaparece es una obra que se nos presenta como ajena y extraña dentro de la filmografía del argentino Carlos Sorín, director con obras muy apegadas al género road movie, siempre trabajando con actores naturales y guiones muy sencillos pero cargados del elemento de la esencia profunda y humana de la “gente del común”.
En esta oportunidad Carlos Sorín decide internarse en el género del suspenso en una historia oscura narrada desde la paranoia, los miedos y los conflictos internos que desdibujan una personalidad de su “normalidad”, conjurándose finalmente en actos de violenta incoherencia.
La historia inicia exponiéndonos el antecedente clínico de Luis, un profesor de cátedra quien tras haber experimentado un grave episodio sicótico y paranoide que no solo puso en riesgo la seguridad de su esposa sino de su mejor amigo, es dado de alta por sus médicos tras lo que parece una clara recuperación en su estado mental.
Evidentemente este hecho se traduce en la intranquilidad de Beatriz su esposa, quien aún dándole una cariñosa bienvenida al hogar adopta un carácter suspicaz al creer que su marido aún conserva algo extraño e incluso siniestro en su comportamiento.

A pesar de que todo parece regresar a su cauce y que nadie alrededor nota algo anormal en el profesor, sus sospechas ansiosas se incrementan tras la desaparición de Donatello, la mascota familiar, un gato negro que sale de control mostrando gran nerviosismo tras el regreso de su dueño, atacándolo con sus garras y dientes cuando este trata de acercase a él. Tras este episodio Salomón desaparece del hogar haciendo de la vida de Beatriz una pesadilla creciente donde la ausencia del animal solo traduce la inquietud de creer convivir con una amenaza latente.

La película transcurre en medio de la sospecha, y la narración apunta a darnos pequeñas pistas de un misterio que parece enredarse más dentro de un estado mental agitado que dentro de su misma realidad. Es así como de manera inteligente el guión de Sorín no devela verdaderos culpables, ni siquiera apunta a la certeza de un crímen cometido. Tal como a sus personajes, la trama entera transcurre solo en eventos que imaginamos, que inferimos, que intuimos desde la pobreza de pistas y rastros que no concluyen nada certero. Es en este hecho que tiene su plus la película “El gato desaparece” donde una narración pensada y metódica atrapa al espectador en la curiosidad de internarse más en el misterio y en su solución, enredándonos de tal manera que la trama nos torna tan paranóicos como su febriles personajes.
La historia tiene una clara raíz en el cuento de Edgar Allan Poe “El gato negro” , donde es este animal la proyección en quien recaerá todo delirio de su protagonista.
Sin embargo Sorín se equivoca en la puesta en escena que elige para contar su historia.

El director pretende hacer una narración tranquila, apegada a la expresión humana que se trasluce entre textos y diálogos codianos, sin pretensiones, sin metáforas, sin subtexto pero reveladores. Esta carácterística se presentaba como perfecta narrativa en su anteriores películas, de manera que llegó a establecerse como el estilo del director. Sin embargo en esta película se requería, por su temática, y su género, una narración que implicara más fuerza en los diálogos haciéndolos más entramados para reforzar el misterio que quería transmitirse.
El guión está buien construido y sin embargo la película queda atascada en lo formal, en su estilo. Los personajes necesitaban ser dibujados con mayor carácter y fuerza sustentándose en sus acciones para hacerlos más contundentes a la mirada cómplice y curiosa del espectador. Al final de todo sus dos protagonistas son los únicos en quienes está la fuerza de la trama ya que los personajes secundarios son irrelevantes y solo funcionan en apoyo de la continuidad de la historia.
Así mismo el arte y la fotografía no parecen estar narrando el misterio y carácter paranoico que encierra el guión.
Sin embargo ha sido una muestra de coraje por parte de Sorín abarcar un género que no le es propio; es en esta clase de exploración en lo foráneo lo que finalmente tiñe de diversidad a un director.
El gato desaparece es una historia bien contada y entretenida, que aunque no llena todas las expectativas que despierta el género y el director, es una pieza para disfrutar y dejarse llevar en un pequeño sueño en el cuál sentirse perseguido.
EL GATO DESAPARECE
País: Argentina
Año: 2011
Director: Carlos Sorín
Guión: Carlos Sorín
Reparto: Luis Luque, Beatriz Spelzini, María Abadi, Norma Argentina
Productor: Patricia Bustamante, Alejandro Cacetta, Juan Pablo Galli, Juan Vera
Dirección de fotografía: Julián Apesteguia
Dirección de arte: Margarita Jusid
Montaje: Mohamed Rajid
Música Original: Nicolás Sorín