Por María Fernanda Espinosa
Una de las mayores vergüenzas en la historia política de los Estados Unidos la constituyó la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de esta nación en 1974, a consecuencia del escándalo que significó “Watergate”. Se trata de un episodio bochornoso no sólo por las ya graves implicaciones que tenían las grabaciones publicadas, sino porque luego de la renuncia, Nixon lograría evadir el juicio que legalmente le correspondía, librándose así de asumir y pagar por la culpa y responsabilidades que por el hecho se le imputaban.
La película “Frost / Nixon”, dirigida por el reconocido Ron Howard (“Código Da Vinci”, 2006; “Una mente brillante”, 2001) basada en la obra teatral del dramaturgo Peter Morgan donde sus dos protagonistas interpretan sus mismos papeles protagónicos dentro del film, narra la historia de la famosa entrevista donde estos dos hombres se enfrentarían cara a cara y donde Nixon haría evidentes aquellos errores cometidos durante su administración.
David Frost, animador de televisión de procedencia australiana, era famoso en su país gracias a varios programas de entretención, entre ellos algunos talk show de mediana calidad pero muy reconocidos dentro del público.
Después del escándalo presidencial, Frost busca la manera de lograr una entrevista con el ex presidente, de manera que esto le permita ganar fama y sobre todo respeto dentro de Norteamérica. A tiempo, Nixon y su equipo, deciden concederle la entrevista a este desconocido extranjero esperando que su falta de experiencia en este tipo de encuentros le permitan al vilipendiado ex presidente tomar el control del diálogo, manipulando así la opinión pública a su favor. Nixon esperaba poder justificar sus actos, restándole importancia y ganando de nuevo el favoritismo del público de manera que esto le permitiera tener una nueva cabida dentro del mundo político, al tiempo que ganaba una muy buena cifra por conceder los derechos del encuentro a Frost.
De esta manera es como una entrevista se convierte en todo un duelo donde estos dos hombres buscaban engrandecerse, ganar el suficiente respeto y credibilidad que les permitiera hacerse una carrera ya que para ese momento ninguno de los dos gozaba de la confianza de su público.
Así es como esta película se centra en los esfuerzos de estos hombres por conseguir la victoria del encuentro, así como sus motivos y la manera en que sus vidas y carreras se encuentran afectadas. De la misma forma es inevitable establecer un foco de atención en la personalidad de Nixon quien de manera desvergonzada parecía hacer caso omiso del terrible suceso que protagonizó y del descrédito que este escándalo significó para la casa blanca y su imagen y credibilidad ante el mundo entero.
Sin embargo el relato de la histórica entrevista no enmascara el drama de Nixon al verse derrotado en un rotundo fracaso político que nunca superaría y que lo harían el hazmerreír de toda una nación por décadas enteras acabando con su ansia de ser visto como un estadista o pensador.
Al contrario de sus deseos, la imagen que el público tenía era la de un hombre torpe y algo pusilánime además de sínico, al no haber enfrentado con dignidad y altura la responsabilidad de su error.
La película logra mostrar el duelo casi como si de un round boxístico se tratara, con cada peleador en su esquina listo a ser iluminado por
reflectores que marcaran el inicio de la lucha y asistidos por un entrenador que ponía cada movimiento, cada palabra en ellos como un juego estratégico en el que adquirir la ventaja podría significar el triunfo.
De esta manera es como Nixon logra eludir las preguntas con la narración de eternas anécdotas que desviaban la atención que y lograban gastar el tiempo designado a cada sesión de preguntas.
Sin embargo y al no poder dar una explicación coherente a los resultados de la exhaustiva investigación del equipo de Frost, el ex presidente terminaría por traicionarse justo en el último round, emitiendo aquellas famosas palabras que aún siguen siendo la vergüenza del país más poderoso del mundo, aquella infamia que el eufemismo nunca pudo ocultar bajo la alfombra: “si lo hace el presidente significa que no es ilegal”, frase que de inmediato confirmaría el abuso del poder cometido bajo su mandato.
Estas palabras significaron para Nixon la total derrota, la entrega de su cadáver político a la opinión pública, tan deseosa de una confesión que aliviara la frustración e incredulidad por un gobierno de mentiras, tan alejado de sus falsas premisas democráticas.Este hecho marcaría el destino de cada uno los contendientes: la victoria de Frost encumbraría du carrera al otorgarle el respeto de sus compañeros periodistas y consiguiendo para él la fama que tanto deseaba. Paralelamente Nixon estaría marcado por el exilio y la vergüenza, derrota que nunca lo dejaría volver a la vida pública.
Una de las mayores vergüenzas en la historia política de los Estados Unidos la constituyó la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de esta nación en 1974, a consecuencia del escándalo que significó “Watergate”. Se trata de un episodio bochornoso no sólo por las ya graves implicaciones que tenían las grabaciones publicadas, sino porque luego de la renuncia, Nixon lograría evadir el juicio que legalmente le correspondía, librándose así de asumir y pagar por la culpa y responsabilidades que por el hecho se le imputaban.
La película “Frost / Nixon”, dirigida por el reconocido Ron Howard (“Código Da Vinci”, 2006; “Una mente brillante”, 2001) basada en la obra teatral del dramaturgo Peter Morgan donde sus dos protagonistas interpretan sus mismos papeles protagónicos dentro del film, narra la historia de la famosa entrevista donde estos dos hombres se enfrentarían cara a cara y donde Nixon haría evidentes aquellos errores cometidos durante su administración.
David Frost, animador de televisión de procedencia australiana, era famoso en su país gracias a varios programas de entretención, entre ellos algunos talk show de mediana calidad pero muy reconocidos dentro del público.
Después del escándalo presidencial, Frost busca la manera de lograr una entrevista con el ex presidente, de manera que esto le permita ganar fama y sobre todo respeto dentro de Norteamérica. A tiempo, Nixon y su equipo, deciden concederle la entrevista a este desconocido extranjero esperando que su falta de experiencia en este tipo de encuentros le permitan al vilipendiado ex presidente tomar el control del diálogo, manipulando así la opinión pública a su favor. Nixon esperaba poder justificar sus actos, restándole importancia y ganando de nuevo el favoritismo del público de manera que esto le permitiera tener una nueva cabida dentro del mundo político, al tiempo que ganaba una muy buena cifra por conceder los derechos del encuentro a Frost.
De esta manera es como una entrevista se convierte en todo un duelo donde estos dos hombres buscaban engrandecerse, ganar el suficiente respeto y credibilidad que les permitiera hacerse una carrera ya que para ese momento ninguno de los dos gozaba de la confianza de su público.
Así es como esta película se centra en los esfuerzos de estos hombres por conseguir la victoria del encuentro, así como sus motivos y la manera en que sus vidas y carreras se encuentran afectadas. De la misma forma es inevitable establecer un foco de atención en la personalidad de Nixon quien de manera desvergonzada parecía hacer caso omiso del terrible suceso que protagonizó y del descrédito que este escándalo significó para la casa blanca y su imagen y credibilidad ante el mundo entero.
Sin embargo el relato de la histórica entrevista no enmascara el drama de Nixon al verse derrotado en un rotundo fracaso político que nunca superaría y que lo harían el hazmerreír de toda una nación por décadas enteras acabando con su ansia de ser visto como un estadista o pensador.
Al contrario de sus deseos, la imagen que el público tenía era la de un hombre torpe y algo pusilánime además de sínico, al no haber enfrentado con dignidad y altura la responsabilidad de su error.
La película logra mostrar el duelo casi como si de un round boxístico se tratara, con cada peleador en su esquina listo a ser iluminado por
reflectores que marcaran el inicio de la lucha y asistidos por un entrenador que ponía cada movimiento, cada palabra en ellos como un juego estratégico en el que adquirir la ventaja podría significar el triunfo.
De esta manera es como Nixon logra eludir las preguntas con la narración de eternas anécdotas que desviaban la atención que y lograban gastar el tiempo designado a cada sesión de preguntas.
Sin embargo y al no poder dar una explicación coherente a los resultados de la exhaustiva investigación del equipo de Frost, el ex presidente terminaría por traicionarse justo en el último round, emitiendo aquellas famosas palabras que aún siguen siendo la vergüenza del país más poderoso del mundo, aquella infamia que el eufemismo nunca pudo ocultar bajo la alfombra: “si lo hace el presidente significa que no es ilegal”, frase que de inmediato confirmaría el abuso del poder cometido bajo su mandato.
Estas palabras significaron para Nixon la total derrota, la entrega de su cadáver político a la opinión pública, tan deseosa de una confesión que aliviara la frustración e incredulidad por un gobierno de mentiras, tan alejado de sus falsas premisas democráticas.Este hecho marcaría el destino de cada uno los contendientes: la victoria de Frost encumbraría du carrera al otorgarle el respeto de sus compañeros periodistas y consiguiendo para él la fama que tanto deseaba. Paralelamente Nixon estaría marcado por el exilio y la vergüenza, derrota que nunca lo dejaría volver a la vida pública.
FROST / NIXON
País: Reino Unido, Estados Unidos, Francia
Año: 2008
Director:
Ron Howard
Guión: Peter Morgan
Reparto: Frank Langella, Michael Sheen, Sam Rockwell, Kevin Bacon
Productor: Ron Howard, Brian Grazer, Tim Bevan, Eric Fellner
Fotografía: Salvatore Totino
Montaje: Daniel P. Hanley, Mike Hill
Música: Hans Zimmer
Nominado 5 Oscar: Mejor película, Mejor director, Mejor Actor principal (Frank Langella)
Mejor guión adaptado, Mejor montaje