Esta película está ambientada en un bosque mágico en donde espíritus, dioses y demonios se enfrentan a los humanos que viven en sus fronteras.
Ashitaka es un príncipe guerrero de una tribu que lo tiene como su último heredero, responsable de perpetuar a su pueblo. Sin embargo tras una batalla con un jabalí-demonio, Ashitaka es herido y maldecido con una marca que se extiende por su cuerpo y que amenaza con matarle, razón por la cual su pueblo se ve obligado a exiliarle. Ashitaka inicia un viaje que termina en una aldea que vive en constante afrenta no solo con los espíritus, sino con samuráis que pretenden robar el mineral gracias al cual subsisten: el hierro.
En su camino Ashitaka conocerá a Mononoke, princesa de los lobos, quien a pesar de ser humana vive entre los seres del bosque como parte de ellos y así mismo promulga odio y rechazo por los humanos que por ignorancia e inconsciencia amenazan la vida forestal y por ende la supervivencia de espíritus y dioses.
Desde el principio de la historias nos muestran grupos marginados, que por diferentes razones se ven disminuidos en número, enfrentándose a la dureza de una vida de lucha constante y por la cual se ven obligados a asumirse en actitud defensiva excluyendo a todo lo foráneo que pueda constituirse en amenaza. En un mundo donde los recursos son escasos, la guerra se justifica para ganar la vida misma. Sin embargo la inconsciencia llega a tal punto que, enceguecidos por la lucha, no se percatan de que en el proceso son ellos mismos quienes destruyen su medio y con él, todo aquello que sustenta su existencia. La perfecta metáfora de este hecho radica precisamente en la herida que le deja el demonio a Ashitaka tras su muerte, como una especie de sanguijuela espiritual absorbiendo la vida de su recipiente. Curiosamente esa marca maldita le otorga una fuerza sobrenatural en los momentos en los cuales Ashitaka debe vencer a un oponente. De esta manera la mancha se alimenta del odio del guerrero por su enemigo entregándole fortaleza, tan sólo como medio para su propia reproducción dentro del cuerpo huésped.
Así es como Ashitaka tendrá que enfrentarse al dilema de la autodestrucción en pro de la defensa de estos dos pueblos quienes a pesar de los esfuerzos del guerrero por evitar el duelo, se sumirán en cruenta batalla en la que se decidirá el destino de cada uno de ellos.
Sin embargo, a pesar de la violencia de las acciones de batalla podemos ver en cada grupo una sensibilidad especial que nos deja entrever que su intolerancia no radica más que en el miedo por la extinción de su raza. Así es como la aceptación de las diferencias se evidencia en el hecho de que la manada de lobos aceptara a Mononoke después de ser abandonada, cuidándola y enseñándola como un miembro más de su clan. Asimismo, dentro de la fortaleza construida por los humanos vemos cómo, a pesar de la actitud defensiva de su líder, se trata de un pueblo en donde tienen especial consideración y cuidado con aquellos miembros que en otras sociedades serían marginados, tal como prostitutas y leprosos. Toda persona habitante de este lugar tiene, no sólo su lugar, sino que además se constituye en parte importante en los procesos de construcción y mantenimiento del pueblo, en una alegoría a la inclusión.
Mononoke, en su calidad de humana-animal pertenece a dos mundos en conflicto y es obvio que en algunas oportunidades su naturaleza se contrapone a sus convicciones entregándola al dilema. De la misma manera le sucede a Ashitaka quien de forma voluntaria accede a prestar ayuda a cada uno de los bandos en diversas situaciones, intentando encontrar soluciones que sirvan a ambas partes, lejos del conflicto.
Esta película toca los tópicos usuales en la cinematografía de Miyazaki, con historias cargadas de elementos propios de la mitología como poderes mágicos, fuerzas espirituales y la presencia de dioses o demonios. Asimismo sus personajes son seres en viaje de aprendizaje, que curiosamente, son los encargados de enseñar a los dioses, supuestos seres infalibles de grandes poderes y sabiduría, cambiando así su perspectiva del mundo y muchas veces entregando lecciones de vida. De la misma forma, esta película nos introduce en un contexto físico adornado por paisajes casi vírgenes, habitados por un bestiario de características mágicas que embellecen no sólo el cuadro sino también todo lo concerniente a la historia que se hace muy profunda y llena de reflexiones.
De esta manera Ashitaka y Mononoke aprenderán a unir fuerzas, procurando alcanzar sus propios intereses, descubriendo que muchas veces trabajar por otros se torna en beneficio mutuo.
LA PRINCESA MONONOKE
País: Japón
Año: 1997
Director:
Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki
Reparto: Yōji Matsuda, Yuriko Ishida, Yūko Tanaka, Kaoru Kobayashi
Productor: Toshio Suzuki
Montaje: Takeshi Seyama
Música: Jō Hisaishi