Reconstrucción



Un mago hace flotar entre sus manos un cigarrillo sin nada que lo soporte, sólo el movimiento de los dedos que parece sostenerlo más allá



Habremos perdido hasta la memoria de nuestro
encuentro…y sin embargo nos reuniremos, para
separarnos y reunirnos de nuevo, allí donde se
reúnen los hombres muertos:
en los labios de los vivos

Samuel Butler




LA MEMORIA DEL OTRO
Por: María Fernanda Espinosa

Un mago hace flotar entre sus manos un cigarrillo sin nada que lo soporte, sólo el movimiento de los dedos que parece sostenerlo más allá de las leyes físicas que autorizan cierta normalidad sobre el curso del tiempo,el espacio y, por supuesto, los eventos.Al tiempo, un narrador nos presenta esta imagen como metáfora, tal vez como pregunta de aquello que necesita un amor, su significado y su transcurrir.
De esta manera Christoffer Boe empieza su opera prima, “Reconstrucción”, película del año 2003, ganadora de la Cámara de Oro en Cannes, entre otros galardones, que cuenta la historia del principio y fin de un efímero amor que sólo queda como un recuerdo y la necesidad de ser reconstruido.
Como seres humanos en procura del control de nuestro medio tenemos la imperante necesidad de dar un orden a las cosas, bajo la premisa de la lógica, y en ella esperamos que acontezca nuestra vida. Sin embargo, la sorpresa llega en el momento en que un hecho instantáneo, traducido en una mirada, un encuentro salido de la casualidad, una sonrisa, parecen alterar el ritmo sistémico que mantiene nuestra vida en un orden aparente. Es entonces, ante la evidencia de la ilusión de control, que aparecemos torpes y débiles ante el pedido de una decisión, Así se desarrolla la historia de Alex y Aimee, entre el instante de un encuentro casual en el subterráneo del metro hasta el momento justo en que, en el mismo lugar, Aimee se desvanece tras Alex, quien camina inexorable sin voltear la cabeza, sin volver a ella.
Sin embargo la película se nos presenta como una serie de retazos, pedazos de memoria cargada de sensaciones que plantean diversas versiones de los hechos, como retornando a lugares y acontecimientos, reviviéndolos en su intensidad. De esta manera la realidad queda a merced de la nostalgia: “La verdadera realidad del tiempo es el instante; la duración es sólo una construcción, sin ninguna realidad absoluta. Está hecha desde el exterior, por la memoria, fuerza de imaginación por excelencia, que quiere soñar y revivir, pero no comprender.”
Esta película está construida a partir de saltos que rompen con toda continuidad temporal asemejándose así al recuerdo mismo, que fragmenta sucesos, inundándolos de subjetividades que distorsionan la realidad de esos hechos pasados. Sin embargo Boe no busca hacer una fiel reconstrucción de realidades como si de eventos históricos se tratara. El director procura escudriñar en el interior de sus personajes, tornándolos sensoriales para desde allí construir el texto. De esta manera tenemos una narración poco convencional que nos presenta acciones que se recuerdan varias veces y que sin embargo cambian en su forma cada vez que se vuelve a ellas: “Una de las primeras críticas radicales del cine (y del teatro) consistió en afirmar que el exceso de ilusión era un defecto moral, porque conducía a la negación del mundo real y de sus problemas ‘urgentes’. Tales críticas carecían sobre todo de generosidad, puesto que no distinguían entre el hecho de entrar de manera hipnótica en el universo de un film, y aquel otro tipo de ilusión que consiste en dormirse y en despertarse varias veces en el curso de la misma cinta.”
De esta manera el director realiza un discurso que en lo formal se cuenta a partir del sueño, del carácter onírico de la reminiscencia abstraída de la lógica y el sentido racional. La afirmación del narrador al comienzo del film la cual nos indica: “Esto es solo una película, una reconstrucción, pero aún así duele” , nos remite a la premisa misma sobre la cual la historia debe abordarse, no desde fríos hechos sino desde la tibieza remanente del recuerdo.
Esta memoria nos entregará interpretaciones, imágenes subjetivas de aquello que pasó, liberadas de toda convención temporal, visiones segmentadas del pasado envuelto en anacronismos que sólo nos dejan con la realidad de 4 personajes: Alex y Aimee, la pareja recién encontrada, August y Simone, los compañeros engañados. De esta manera Boe nos muestra una misma situación desde varios ángulos, escenas que cambian en detalles pero que conservan la esencia de un amor que nace súbitamente y que quiere crecer en una nueva vida, tal vez un nuevo país. Una historia plagada de instantes, de pequeños momentos que parecen llevar en si el todo de ese encuentro. Tal como la escena de su amor consumado, partiendo de un recorrido en el que Alex sigue Aimee hasta su habitación de hotel, entre una sucesión de matices rojos y de cuerpos y rostros que se superponen en transparencias, como queriendo abarcar en detallada descripción la totalidad de la experiencia sensorial. Las voces se interrogan en susurros, declarándose que: “Yo soy tu sueño y tu eres el mío” , mientras que una serie de fotografías de bocas, brazos, piel, nos dejan el cuadro a cuadro del amor.
Visiones ralentizadas de cuerpos que se fragmentan, rompen y rehacen en un cuadro de corporeidades distorsionadas. Segundos de amor inmortalizados en instantáneas que aluden al oficio de Alex como fotógrafo.
En contrapunto tenemos a August, esposo de Aimee quien se desempeña como escritor de historias de amor, de allí podríamos concluir que Alex captura instantes, mientras que August los escudriña.
De esta manera tendremos a un hombre quien a partir de lo que parece un presentimiento, tan sólo una impresión, logra poner de manifiesto esa verdad que empezará a ocurrir en la vida de su esposa y que lentamente amenaza con separarla de su lado. Sin embargo, después de verlo como víctima impotente de los hechos, mas tarde lo tendremos en activa actitud protagonista, presentándose entonces como creador omnisciente que obliga a sus personajes a perecer bajo su pluma: “El personaje real sale de su estado privado, al mismo tiempo que el autor de su estado abstracto, para formar entre los dos, entre varios, los enunciados..” De esta manera sentenciará el fin del amor cuando escriba aquello que paralelamente ocurre: “Alex ha vacilado en el momento decisivo, está perdiendo a Aimee, la última, la única,…si él se da vuelta, sin duda, ella desaparecerá”.
Así, Boe nos introduce en la idea de cada uno de los personajes como ente creador de la existencia del otro. Existen en tanto se recuerdan, nacen cuando se fabulan, viven cuando se narran y mueren cuando se abandonan entregándose a la inexistencia del olvido.
El director nos pone la premisa de la memoria como un elemento reiterativo. A través del filme, las parejas se interrogan constantemente acerca de si han sido olvidadas. Como espectadores entonces nos preguntamos acerca de quiénes somos, y en qué momento nacemos en la vida de las personas que amamos, quienes nos recuerdan y nos construyen una y otra vez.
Así es como se nos revela la intención de Aimee quien, en varias ocasiones ha expresado su deseo de “tenerlo todo”, alusión que hace su mismo vestuario en una paleta que solo acude al negro y al blanco, el todo o el nada que requiere de Alex y que tal vez sea la causa de la desaparición de todo recuerdo que lo une al pasado, obligándolo tan sólo a un futuro en Roma junto a ella. Por esta misma razón Aimee pierde todo recuerdo de sus efímeras experiencias junto a Alex en el momento en que la duda misma significa olvido.
Así es como termina la historia de una amor irrealizable por depender de una decisión, del radicalismo de un “nunca más” en pro de un “para siempre”; las mismas tres opciones a las que Alex alude en una escena en que orgulloso muestra un tríptico de fotos en donde se plantean las posibilidades de: “Una mujer con tres opciones: Quedarse donde está, pegar el salto o …ella es la única que lo sabe” representaciones gráficas de ese mismo triángulo en el que discurren los personajes: Simone representa la primera fotografía en donde la mujer decide no alterar su mundo y continuar donde está. La segunda fotografía representaría entonces a Aimee quien a pesar del dolor de dejar a su esposo toma la firme decisión de abandonar todo, lanzándose al vacío; la tercera fotografía representa a Alex quien nunca parece haberse decidido del todo, debatiéndose entre la incertidumbre del pasado y lo que le ofrece el futuro. Estas mismas fotografías aparecerán gigantescas, adornando el paso del subterráneo, enmarcando aquel lugar en el que la mujer amada desaparecerá, casi víctima de una duda.
En este particular retorno al amor de mano de la memoria, vemos a Copenhague, una ciudad que significará no sólo un conjunto de calles sino de espacios que se convierten en extensión de ellos mismos y de su sentir. Así es como los pubs de la ciudad son símbolos, casi guaridas en donde el amor se dimensiona. A partir de la significación personal de aquel que recuerda, la reconstrucción nos permite tener calles, ahora no de asfalto, sino de sensaciones y recuerdos. Aquí los instantes se equiparan a los rincones: “…el aspecto formal es su manera de expresión, la forma como se nos manifiesta está intrínsecamente unida a la materialidad del lugar. Pero sin duda todos estos lugares dan qué sentir gracias a nuestra corporalidad. La simbólica de la ciudad está íntimamente ligada a nuestro cuerpo.”
Esta idea del uso del espacio urbano como representación misma del estado de los personajes, de su pensamiento, e incluso de su presente se hace evidente en el mismo momento en que Alex, tras pasar la noche con Aimee, descubre asombrado que su apartamento ha desaparecido y que en su lugar tan sólo queda la diminuta puerta de un desván, evidencia de que su mundo desaparece mientras abandona a Simone. Esta representación casi surrealista es simbólica de las vivencias de los personajes: “Nos encontramos ante la ciudad como llena de sueños, repleta de fantasmas y misterios, donde la imagen y la imaginación tienen cabida, como teatro que es símil del actor y de su alma” . Así la existencia misma queda supeditada al lugar que ocupamos dentro de la memoria de otro, donde su realidad construye nuestra ficción
De esta manera Boe nos presenta el alma de 4 personajes, discurriendo entre la complejidad de la duda, de debatirse entre la incertidumbre y el miedo de alterar el estado normal de las cosas bajo el riesgo de verse perdido, de extraviarse en un sinsentido o de perder como consecuencia aquello que acude a la razón.
Sin embargo y contradiciendo las leyes de la lógica cada uno de ellos se entrega al sentimiento, al ímpetu que los arroja en una caída constante de incertidumbres, un circulo vicioso donde se aferran a recuerdos aún buscando otro futuro.
Por ello no los juzgamos; actúan según su devenir, quizá su destino, todos víctimas de las circunstancias y en esa medida será que la visión del recuerdo, de la reconstrucción del amor y del abandono, puede venir de cualquiera de ellos, incluso de cualquiera de nosotros, retornando la mirada, sosteniendo un cigarrillo entre nuestros dedos como ilusionistas de la evocación.


Fuentes Bibliográficas:
- BACHELARD, Gastón. La Intuición del instante. México D.F: Fondo de cultura económica, 1986.
- DELLEUZE, Gilles. La imagen – tiempo: Estudios sobre cine 2. Barcelona: Paidós, 1987.
- RUIZ, Raúl. La poética del cine. Stgo. de Chile: Editorial Sudamericana Chilena, 2000.
- RUBIO ANGULO, Jaime. La Ciudad: Lugar y símbolo de comunicación. En: Signo y pensamiento. No. 22 (1993); p. 11 – 18
- RESTREPO, Mariluz. Simbología urbana en la propuesta de Armando Silva. En: signo y pensamiento. No. 22 (1993); p 29 – 42



RECONSTRUCCIÓN
País: Dinamarca
Año: 2003
Director: Christoffer Boe
Guión: Christoffer Boe,Mogens Rukov
Reparto: Nikolaj Lie Kaas, Maria Bonnevie, Krister Henriksson
Productor: Tine Grew Pfeiffer
Dirección de fotografía: Manuel Claro
Música: Thomas Knak
Montaje: Peter Brandt, Mikkel E.G. Nielsen
Premios: Cámara de Oro - Cannes 2003 - Mejor Ópera Prima






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